Un suceso histórico decisivo en la construcción del México independiente tuvo lugar el 24 de febrero de 1821, hace 200 años, cuando Agustín de Iturbide dio a conocer el Plan de Iguala, con el cual se logró la conciliación entre realistas e insurgentes como un primer paso hacia la formalización de la Independencia de México, luego de casi 11 años de una cruenta guerra iniciada el 16 de septiembre de 1810.
De acuerdo con la Enciclopedia de la Historia de México, el Plan de Iguala fue conocido también conocido como el Plan de Independencia de la América Septentrional y se proclamó en la ciudad de Iguala de Independencia, hoy estado de Guerrero.
El plan se conformó regido por cuatro principios: 1. Establecer la Independencia de México; 2. Mantener la monarquía encabezada por Fernando VII o alguno de los miembros de la Corona española; 3. Establecer la religión católica como la única para profesarse por la población; 4. Establecer la reconciliación y la unión de todas las clases sociales.
El Plan de Iguala se integró con 17 diecisiete artículos, que se conocieron también como los Tratados de Córdoba, de acuerdlo con los cuales se establecía que México, como nación independiente, adoptaría el régimen de monarquía moderada y la corona sería otorgada a Fernando VII, miembro de la Casa de los Borbones, o por algún otro infante de España.
El plan abolía las distinciones de raza y étnicas entre los habitantes, división que regía socialmente hasta entonces en la Nueva España. Asimismo, se declaraba la igualdad de todos los individuos y, por lo tanto, en adelante todos tendrían los mismos derechos.
Los principios de Independencia, Religión y Unión que regían los artículos del Plan de Iguala convocaron a los antes enemigos realistas e independentistas que estuvieron se acuerdo en la defensa de estos valores y ello dio lugar a la formación del Ejército Trigarante, es decir que enarbolaba esas tres garantías.
La importancia histórica del Plan de Iguala radica en que representa un momento clave den el proceso de independencia de México. De hecho, el texto en sí contiene elementos que se alejan de la idea de una separación total de la nación y Europa, y la idea del establecimiento de la República vino años después como signo de independencia; en ese sentido la Constitución de Apatzingán (1814) que nunca entró en efecto fue más cercana a tales ideales.
En el artículo 4 se establecía que el emperador (en el Plan de Iguala se habla de Imperio Mexicano) sería Fernando Séptimo o cualquier miembro de su dinastía u otra reinante.
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